Mitología romana» Cristianismo en el Imperio Romano
El Imperio romano es bien conocido por su supremacía de antaño y sus grandes logros. La expansión de la ciudad de Roma llegó a abarcar varios dominios hasta cerca del Mar Mediterráneo, y sus principales líderes y jefes militares eran respetados por muchas personas de la época. Adoración a los dioses Mientras consolidaban su poderío y ampliaban sus áreas de poder e influencia, los romanos también desarrollaron una forma peculiar de adorar a los dioses. En el año 30 los habitantes del poderoso Imperio adoraban a algunos de los dioses de la mitología griega, pero como era tradición, cada quien seguía a los dioses que deseara, sin límite ni condiciones. Esta libertad con respecto al proceder religioso de los ciudadanos romanos condujo a la aparición de diversas sectas y creencias y con esto, una nueva manera de manifestar la religión. En este ambiente se comienza a desarrollar lo que muchos consideraron una secta judía: un grupo de personas seguidoras del líder Jesús. Con el tiempo, cientos de personas aunque no fueran judía se iban sumando a este grupo seguidor de Jesús, consolidando lo que sería una religión nueva: el Cristianismo. Cristianismo, los seguidores de Jesús Pero ¿quién era este Jesús? Por aquella época, todos los judíos esperaban la aparición del Mesías, la llegada de un hombre que traía consigo el espíritu de Dios. Pues precisamente Jesús se convirtió en la encarnación de este hombre al que todos esperaban, al menos para los cristianos, ya que era considerado el hijo de Dios. Por supuesto que a las autoridades del Imperio no les resultó adecuado este comportamiento y todos los cristianos sufrieron fuertes persecuciones a causa de sus creencias y en muchos casos, las penalizaciones incluían la muerte (más información aquí). Fin de la persecución y castigo a los cristianos A pesar de este panorama, el cristianismo fue sumando adeptos a lo largo de 300 años. Ya para el siglo IV, la persecución y castigo de los cristianos fueron eliminados a raíz de la legalización de la religión efectuada por Constantino I, quien fuera cristiano antes de fungir como emperador. Este gobernante les brindó protección a todos los cristianos y permitió la construcción de iglesias en el Imperio. Estos solo fueron los primeros pasos en pos de la consolidación del cristianismo. Para el año 380, el emperador Teodosio declaró como religión oficial del Imperio Romano al Cristianismo Católico, prohibiendo cualquier otro tipo de práctica religiosa. Primeras congregaciones de cristianos De esta forma, los cristianos comenzaron a agruparse en parroquias que se encontraban bajo la supervisión de los curas. Un conjunto de parroquias formaban las diócesis, que eran conducidas por los obispos. Precisamente, el obispo de Roma, luego de la caída del Imperio Romano, se autoproclama Papa ya que reclamaba su autoridad sobre el resto de los obispos. La autoridad del Papa fue reconocida por las parroquias europeas de Occidente, sin embargo, las iglesias orientales del Imperio Bizantino no lo hicieron, lo que da lugar al surgimiento de dos grandes iglesias cristianas que aún existen en la actualidad: la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Católica Ortodoxa. |